Historia de Pareja

Esa vez lo hicimos en el comedor. En realidad, fue idea del terapeuta, dijo que hacerlo así, de cualquier manera en el sofá del living, a las apuradas y con la tele de fondo no ayudaba. Que le diéramos estatus de encuentro emocional de la pareja, que la rutina mata y toda la serie de cosas que dicen los terapeutas. O la Para Ti.

Hace rato que las cosas con Ernesto no andan bien así que accedí a seguir los consejos del terapeuta. No quiero ser justo yo la que ponga palos en la rueda, que sino quién lo aguanta después a éste.

Mandamos a los chicos a dormir, cerramos las puertas de los cuartos para poder expresarnos libremente y empezamos.

Al principio...qué sé yo. La verdad es que yo seguía tan desconectada como siempre, no encontré mucha diferencia entre el living y el comedor, salvo la posición, eso sí. Y la distracción de la tele, eso también: la falta de tele puso en evidencia la torpeza de Ernesto en estas lides. Yo creo que habría que haberla dejado prendida. Pero no.

Por lo de estar enfocado en el momento, viste.

De repente me di cuenta de que le venía. Imaginate, después de tantos años, hay cosas que ya se detectan enseguida.

Empezó a hacer muecas con la cara.

Te diste cuenta de que siempre, antes de que les venga uno, los tipos hacen cosas raras con la cara? Yo creo que no hay que mirarlos, porque cuesta aguantar la risa, qué ridículos se ven!

Buen, la cosa es que empezó con las muecas ésas que te cuento, y además, empezó a respirar raro. Más profundo cada vez. Entrecerraba los ojos, abría la boca y la cerraba, como un pez.

Yo traté de concentrarme en otra cosa, es más, por un momento pensé en hablarle o algo, pero después me dije que cortarle al medio una cosa así sólo iba a servir para más quilombo, así que me callé y seguí con lo mío.

Parece que esta vez le venía uno fuerte, cuando ya estaba "ahí", se agarró a la mesa para afirmarse más, arqueó la espalda y echó un poco la cabeza para atrás, como para tomar carrera. A mí medio que me dió impresión, qué boba, ¿no? después de tantos años ya tendría que estar acostumbrada.

Le vi la frente sudorosa, los ojos cerrados, la mano que se crispaba y de repente...explotó.

Fue muy desagradable, porque no me dio tiempo a taparme la cara o algo...

Aunque yo sabía que le venía, pensé que tenía para un poquito más, pero no, calculé mal.

Hizo un movimiento brusco para adelante acompañado de un sonido corto (¿Viste que algunos tipos como que alargan la vocal? Bueno, Ernesto no, es como un hachazo) y pude ver el líquido recorriendo el espacio hasta la otra punta de la mesa.

Tiene razón la tele, qué velocidad increíble pueden alcanzar esas gotitas!

Fue un asombro que me duró poco. Cuando vi que había terminado ( tan bruscamente como había empezado, sin darme mucho tiempo a nada, la verdad) sentí una bronca profunda, sorda, asesina.

El terapeuta también dice que nos tenemos que contar cuando algo nos frustra o nos enoja del otro. Así que le revoleé la servilleta por la cabeza y levantándome de la mesa, le grité:

-"¿ Tenés que ser tan guarango para estornudar?"